Mindfulness hace referencia a una capacidad cognitiva que tiene el ser humano de ser conscientes del momento presente. Practicar este estado de presencia como ejercicio dentro de un sistema o método, es algo conocido desde hace milenios. Esta práctica ya aparece hace 2.500 años en las tradiciones contemplativas y los textos textos sánscritos los denominan: smrti स्मृति, y en idioma pali: sati सति. Ese conocimiento pasa al budismo en sus múltiples vertientes y áreas, al Zen japonés y, en general, a todo Oriente. Finalmente llega a Occidente a través de otras corrientes como por ejemplo, el Cuarto Camino. Mindfulness es, por tanto, una práctica milenaria que ha entrado con fuerza en nuestra cultura en las últimas décadas
Esta manera de percibir y vivir la realidad que parece sencilla y natural requiere, sin embargo, de un entrenamiento debido a la naturaleza errática de la mente. En Oriente existe una tradición milenaria que ha desarrollado una práctica en la que la meditación y la atención plena son ejes esenciales de un sistema más amplio.
En la década de los setenta del siglo XX, científicos que
trabajaban en el área de la neurociencia comenzaron a interesarse por los
efectos de la meditación en monjes tibetanos y yoguis. Las pruebas de laboratorio a las
que fueron sometidos dieron asombrosos resultados relacionados no solo con elementos esenciales en las funciones cognitivas como la memoria, sino también el sistema inmunológico, la relación con el estrés y otras áreas.
La práctica de
mindfulness ayuda a crear un espacio entre nosotros y nuestros pensamientos y
emociones, rompiendo la fuerte identificación que habitualmente tenemos con ellos, permitiendo no reaccionar impulsivamente, sino responder
de una forma más consciente. La capacidad para observar estos procesos (en lugar de
vivirlos cómo una entidad real mediante el proceso de identificación con ellos), ayuda a responder libremente, en lugar
de funcionar de forma mecánica y generalmente inconsciente, haciendo que las
decisiones que se toman sean adecuadas a lo que la situación demanda y lo que uno desea hacer. Se trata de romper esa "identificación" o "fusión" que realizamos con los pensamientos otorgándoles un entidad de realidad y que es la causa principal de stress, la ansiedad y otras patologías.
Hoy día, los estudios de la comunidad científica occidental en torno al mindfulness han crecido de forma exponencial demostrando que su práctica no sólo cambia nuestra mente, sino también nuestro cerebro.